martes, 21 de agosto de 2012

Pequeñas Histórias Fictias


Aquí pongo unas breves historias muy conocidas por todos, ya que siempre se han estado contando entre amigos desde hace muchos años, son todas ficticias y no se sabe muy bien quien las inventó, pero siempre estan hay para meter un poco de miedo al espectador..


9 Veces Verónica:
Esto es justo lo que nunca debes hacer: ponerte frente al espejo y repetir
nueve veces seguidas el nombre de Verónica.

No serías el primero que se ríe al conocer esta historia, que lleva circulando por el mundo desde hace varias décadas.
Muchos antes que tú han pensado que se trataba de un cuento chino y se han burlado, pero otras personas aseguran que quienes no han hecho caso de la advertencia y han aceptado el desafío, han cargado con una maldicion terrible.

¿Quién es Verónica? O mejor dicho: ¿quién era? Se trataba de una chica de 14 años que, estando en el pueblo con sus amigos, hizo espiritismo en una casa abandonada.
Todo el mundo sabe que es algo tremendamente peligroso y que jamás debe tomarse como un juego.
Ella no siguió las reglas de los fantasmas, se burló durante toda la invocación y una silla que había en la habitación cobró vida y la golpeó mortalmente en la cabeza.

Sin embargo, Verónica aún no descansa en paz. Su espíritu está condenado y vaga buscando venganza entre aquellos que no saben respetar el Más Allá, como le sucedía a ella en la vida real.

Rita era una chica de la edad de Verónica que conoció la leyenda en su instituto. Sus amigos la picaron, diciéndole que no se atrevía a decir \'Verónica\' nueve veces ante el espejo. A ella le daba miedo, pero venció su terror porque le avergonzaba quedar mal ante todo el mundo. Una compañera fue a los servicios de esa planta del instituto para comprobar, entre risas, si cumplía la prueba.

Lo hizo, no pasó nada y el grupo lo olvidó enseguida. Menos Rita. Para ella la auténtica pesadilla comenzó esa misma noche. Estaba en la cama, cuando un sonido la despertó. No se trataba de un estrépito, sino de una especie de susurro indescifrable que oía cerca de la nuca, mientras sentía como si alguien respirara en su cuello. Aterrada, se levantó y encendió la luz. Allí solo estaba ella. A pesar de eso, no pudo dormir en toda la noche. 

Al día siguiente, no se atrevió a contárselo a nadie. Estaba muerta de miedo y de sueño, y en medio de la clase tuvo que salir al servicio para mojarse la cara y despejarse. Pero cuando entró al baño, hacía mucho frío (como estaban en invierno no le dio importancia) y una capa de vaho cubría el espejo. Rita lo limpió con la mano para comprobar horrorizada que tras ella había una chica que no había visto jamás, con una expresión de espanto y sangre en la cabeza. Fue solo un instante.

Cuando se volvió a mirarse, ya no había nadie. Rita rió nerviosamente, pensando que todo era fruto de su imaginación, los nervios y el cansancio. Sin embargo, cuando se volvió hacia el espejo vio algo que la dejó helada. Al borrarse el vaho una frase había permanecido escrita: \'Soy Verónica. No debiste invitarme a volver\'.

Rita no pudo soportarlo. Hoy pasa sus días encerrada en un manicomio, y solo habla para jurar y perjurar que el fantasma de Verónica la sigue atormentando.


Bloody Mary:
Este historia también esta relacionada con un espejo, en la que también tienes que pronunciar el nombre de una chica muerta unas varias veces, pero en este caso son solo 3 veces y la chica murió de otro modo distinto..


Se dice que hace muchos años, una chica llamada Mary Whales se puso enferma y al tiempo murió. Luego su familia la enterró, en los años en los que vivía Mary se enterraban a los cuerpos con una especie de cuerda que estaba atada en la superficie a una campanilla, ya que se conocía lo que era la catalepsia.



(Catalepsia: es un trastorno repentino en el sistema nervioso caracterizado por la pérdida momentánea de la movilidad y de la sensibilidad del cuerpo. El individuo, es incapaz de controlar sus extremidades.
Los síntomas pueden ser: rigidez corporal, el sujeto no responde a estímulos; la respiración y el pulso se vuelven muy lentos, la piel se pone pálida. Este estado lleva a creer que la persona que padece un ataque de catalepsia ha fallecido. En un número de casos no determinado, este fenómeno llevó a enterrar a personas que aún estaban con vida, pero no demostraban signos vitales.)

Resulta que Mary se despertó y tocó la campana, pero nadie la escuchó. A la mañana siguiente los familiares vieron que la campana estaba en el suelo. Al desenterrarla encontraron a Mary sin uñas ya que estas estaban rotas y ensangrentadas en la parte superior del ataúd.

Mary echó una maldición antes de morir que decía así: Todos los que se coloquen frente de un espejo digan mi nombre unas tres veces, morirán. Pero antes de eso escucharás la campana que nadie escuchó cuando Mary murió.


La Chica de la Curva:
Cuentan que esto sucedió una noche de niebla espesa, en las curvas de Garraf, una sucesión de curvas cerradas y muy peligrosas, hace muchos años, mucho antes de que construyeran la autopista que ahora cruza las entrañas de la montaña de Garraf.

Era noche cerrada, caía una lluvia suave pero interrumpida y la niebla cubría la noche con su manto blanquecino, impidiendo ver más allá de unos pocos metros.

Un hombre iba conduciendo su coche por las curvas, deseoso de llegar a su casa y reencontrarse con su mujer y sus dos hijas después de un largo fin de semana de trabajo.

En una de las curvas del camino, vió a una joven rubia, demacrada y pálida, empapada por la lluvia, con un largo vestido blanco desgarrado y sucio de barro. Este hombre se apiadó de la joven y, pisando los frenos, decidió llevarla consigo y acercarla hasta el pueblo más cercano.

Durante gran parte del trayecto, el hombre y la joven fueron hablando de cosas triviales, cuando, en un momento dado, antes de llegar a una de las curvas más cerradas y peligrosas de las cuestas, la joven le avisa de que reduzca la velocidad hasta casi detenerse y que pase muy poco a poco.

El hombre lo hace, y comprueba, asustado, que, de no haber sido advertido por ella del peligro, probablemente se hubiera despeñado por barranco con el coche. le da las gracias, agradecido por haberle salvado la vida, a lo que la joven contesta:

No me lo agradezcas, es mi misión; en esa curva me maté yo hace más de 25 años, en una noche como ésta...

Y después de pronunciar éstas palabras, desapareció, dejando como única prueba de su espectral aparición, el asiento húmedo del acompañante por sus ropas mojadas...


No solo los perros lamen:
Todo ocurrió una noche lluviosa con truenos, cuando los padres de estas hermanas habían quedado para ir al teatro y tenían que dejar solas a sus hijas. La pequeña de las hermanas, les suplicaba para que se quedasen ya que acababan de oír por la radio, que un loco se había escapado del manicomio.

Los padres le dijeron que no se podían quedar y que si tenía miedo metiese al perro debajo de la cama, para cuando se pusiera nerviosa bajara la mano y le lamiese para tranquilizarla.

Por la noche las hermanas se fueron a dormir y a media noche sonó el teléfono, lo cogió la pequeña y sonó una carcajada, se paro y colgó.

La niña asustada se fue a dormir, a la media hora volvió a sonar y oyó lo mismo, la niña bajo la mano para que el perro le lamiese, ella se tranquilizó y se puso a dormir.

A la semana siguiente una vecina llamo a la policía, al no ver salir a nadie en toda la semana de esa casa, entraron y encontraron a todas las niñas muertas y al perro colgado sin ojos y con una nota en el collar que decía:

``NO SOLO LOS PERROS LAMEN``

3 Hermanos:
Esta es como una especie de segunda parte de la anterior, ya que lo que ocurre es obra de la misma persona, que se desconoce en la otra historia..

Estos hechos acontecieron hace algunos años en las cercanías de Bétera, un pueblo valenciano en el que antiguamente había un manicomio. En él se encontraban personas enfermas de distintos males psíquicos, pero uno de sus pabellones estaba destinado en exclusiva a criminales, ya que los jueces en algunos casos habían decidido que era mejor que dichos criminales entrasen en una institución donde podían tratar sus problemas mentales antes que en la cárcel, donde seguramente lo único que se conseguiría es agravarlos.

A unos quince kilómetros del psiquiátrico vivían los hermanos garcía. Eran tres hermanos que se dedicaban al cuidado de unas pequeñas tierras que habían heredado de sus antepasados, los cuales siempre habían vivido por la zona.

Juan, que así se llamaba el menor de los hermanos siempre iba acompañado de su fiel perra Laika, que era un pastor alemán precioso que se habían encontrado perdida por una carretera cercana.

Los tres hermanos compartían una humilde casa de labradores con una sola habitación en la que habían colocado tres literas, un minúsculo aseo y una cocina de leña, típica de las zonas rurales.

Una tarde de otoño después de haber pasado todo el día en el campo se dispusieron a volver a casa. Una vez en casa mientras pedro preparaba la cena para Juan y para Román que era el mayor de los hermanos, escucharon por la radio que Ricardo Ruiz Pérez se había fugado del psiquiátrico de bétera y que podía andar por los alrededores.

Ricardo Ruiz era un peligroso psicópata, al cual encerraron por el asesinato y violación de cinco menores. Tardaron varios meses en descubrir los hechos pues él solía descuartizar a sus víctimas y echárselas de comer a una jauría de perros que tenía en una finca de Murcia. Los asesinatos de Ricardo fueron muy seguidos por el pueblo español ya que entre sus víctimas se encontraban tres hermanas de una misma familia y esto conmocionó a la opinión publica.

Los tres hermanos se sintieron angustiados por la noticia ya que ellos como el resto de españoles habían seguido las fechorías de Ricardo. Durante la cena el tema de tertulia fue el recuerdo de los asesinatos y la poca seguridad que había en el psiquiátrico, ya que era incomprensible que se hubiese podido escapar un asesino como éste.

Sobre las diez de la noche se prepararon todos para ir a dormir. En la habitación Pedro dormía en la litera superior, Román en la del centro y Juan en la de abajo. Debajo de la litera de Juan dormía Laika, a la que le encantaba que Juan por las noches antes de dormir le rascase el lomo y ella como muestra de cariño le lamía siempre la mano.

Media hora más tarde estaban ya todos acostados y prácticamente dormidos por el cansancio acumulado del día anterior. Pasaron las horas y de repente algo sobresaltó a Juan, había escuchado como el chirriar de la puerta, se mantuvo expectante durante unos segundos y luego introdujo su mano debajo de la cama para acariciar a su fiel amiga, ésta se lo agradeció como de costumbre, con unos lametones en la mano, esto tranquilizó a Juan ya que si alguien intentase entrar en la casa ella sería la primera en darse cuenta y se volvió a dormir profundamente.

Pasaron las horas y por la ventana del cuarto comenzaban a entrar los primeros rayos de luz a la diminuta estancia. Pero más que la luz del sol lo que despertó a Juan fueron unas pequeñas gotas que caían sobre su rostro. abrió poco a poco los ojos mientras se llevaba las manos al rostro donde notaba que caían las gotas y noto que tenían un tacto espeso, cuando finalmente abrió los ojos vio que esas gotas procedían del colchón de Román y que ese color rojizo que desprendían sólo podía ser sangre.

Se levantó de un salto de la cama y miró a su hermano Román, se quedó paralizado de terror, estaba amordazado y con una infinidad de cuchilladas en su cuerpo y sobre él también caían gotas de sangre provenientes del colchón superior donde un cuchillo atravesaba el cuello de su hermano Pedro.

Juan, incrédulo ante la barbarie que estaba presenciando, se arrodilló en el suelo llorando y allí pudo encontrar a su querida perra Laika con el morro atado y abierta en canal y entre las patas de esta una nota ensangrentada donde se podía leer:

"Los locos también sabemos lamer".

Juan, aterrado, notificó los hechos a la policía diciendo que Ricardo Ruiz había asesinado a sus hermanos y a su perra, pero la policía no le creyó.

Juan fue acusado del asesinato de sus hermanos en un desdoblamiento de personalidad y encerrado durante veinte años en el psiquiátrico de Bétera, donde pudo averiguar que Ricardo había sido detenido dos horas después de su fuga en una carretera con dirección a Barcelona.